miércoles, 27 de agosto de 2008

Los comunistas manifiestan su programa

La idea de igualdad es un producto de la modernidad. Ni en la Edad Media ni en la Antigüedad se teorizó al respecto.
Este afán ha tenido diversos ideólogos y uno de los más importantes fue el alemán Carlos Marx, quien en 1848 publicó, al alimón con Federico Engels, un texto de divulgación que claramente señala los fundamentos de su teoría: el Manifiesto del Partido Comunista.
He aquí algunos fragmentos de esta obra, una fuente primaria para conocer de primera mano en qué consiste esta doctrina:

"¿Qué relación mantienen los comunistas con respecto a los proletarios en general?

Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros.

No tienen intereses algunos que no sean los intereses del conjunto del proletariado.

No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario.

Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado

y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.

Practicamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.

El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del Poder político por el proletariado.

Las tesis teóricas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo.

No son sino la expresión de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos. La abolición de las relaciones de propiedad existentes desde antes no es una característica peculiar y exclusiva del comunismo.

Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios históricos, continuas transformaciones históricas...

El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa.

Pero la propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros.

En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada...

Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero en vuestra sociedad actual la propiedad privada esta abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes existe para vosotros. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.

En una palabra, nos acusáis de querer abolir vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que queremos...

Mas, dejemos aquí las objeciones hechas por la burguesía al comunismo.

Como ya hemos visto más arriba, el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.

El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.

Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que desde el punto de vista económico pareceran insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción.

Estas medidas, naturalmente, serán diferentes en los diversos países.

Sin embargo, en los países más avanzados podrán ser puestas en práctica casi en todas partes las siguientes rnedidas:

1. Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.

2. Fuerte impuesto progresivo.

3. Abolición del derecho de herencia.

4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.

5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exdusivo.

6. Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.

7. Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.

8. Obligación de trabajar para todos; organización de ejercitos industriales, particularmente para la agricultura.

9. Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la oposición entre la ciudad y el campo.

10. Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc., etc.

Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el Poder público perderá su carácter político. El Poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general, y, por tanto, su propia dominación como clase.

En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgira una asociación en que el libre desenvolvimento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos..."



jueves, 7 de agosto de 2008

Identidades juveniles en el siglo XX

Dice un historiador que los hombres y mujeres se parecen más a su tiempo que a sus padres. Esto es cierto al referirse a la cultura propia que rodea a las diferentes generaciones, a su forma de pensar, a pesar de la influencia de la tradición por permanecer y repetir circunstancias, a su facilidad para adaptarse a las novedades tecnológicas y de todo tipo.

Como grupo social, los jóvenes que han sido a lo largo del siglo XX, se han distinguido de sus contemporáneos de otras edades al conformar identidades específicas, bien permeadas por el contexto de diferentes épocas. Por ejemplo, el uso del celular es una característica identificable de los jóvenes de fines de ese siglo, que no utilizaron los que eran jóvenes en 1950.

La conformación de identidades juveniles es un fenómeno social que ocurre principalmente en los espacios urbanos, aunque en nuestro presente, con la influencia que permiten y obligan los medios de comunicación (masiva y los otros) son pocas las poblaciones en las que la juventud no se incorpora a la propia cultura de su tiempo. Esa cultura (o contracultura en algunos casos) se expresa en ciertas modas, gustos particulares por una cierta música, frases, gestos o caló particulares, modos de pensar ante temas políticos y filosóficos... en fin, una serie de características que permiten identificar a diferentes grupos a lo largo de las décadas.

Así, podríamos comenzar nuestro recuento al mencionar a los pachucos, jóvenes de origen latino (principalmente mexicanos) avecindados en Estados Unidos, que proliferaron en la década de los 40.










Para la década de los 50, como expresión de los fanáticos de los primeros años del rock and roll, aparece una nueva generación de jóvenes identificada como los "rebeldes sin causa".






Para los años 60, los hippies y los movimientos estudiantiles en todo el mundo identifican a los jóvenes que reclamaban amor y paz, quienes se expresaban contra una guerra específica.
En los 70, una identidad agresiva y contestataria se manifiesta en la creación de la contracultura punk,
identificada con la ideología anarquista.



Para los 80, la imposición de una economía neoliberal en los países más avanzados daría origen a aspiraciones de enriquecimiento en algunos jóvenes conocidos como "yupies", mientas que proliferaban otros grupos contraculturales, como los dark y pandillas de los suburbios citadinos.

Para la última década del siglo, los jóvenes se enfrentan a la caída rotunda del mundo socialista y al arranque de la globalización, al tiempo que aparecen movimientos "altermundistas" en que participan mayoritariamente jóvenes.

Para comienzos del siglo XXI...